Monday, April 10, 2006

TRAICIÓN A LA COLOMBIANA



Presentado por: Gina Romero González

Han pasado más de treinta años desde que el monumento de la India Catalina alzó su mirada desafiante al mundo, desde ahí ha visto los grandes cambios que se han gestado en la ciudad y ha recibido con vergüenza el cariño de miles de cartageneros que la admiran por ser la heroína de la ciudad, cuando ella lo único que hizo fue traicionar sus raíces.

VIDA DE LA INDIA CATALINA E IMPORTANCIA DE SU MONUMENTO.

Catalina nació en la población indígena de Galerazamba (Bolívar), ahí fue raptada por el conquistador español Diego de Nicuesa, quien la condujo a la isla de Santo Domingo, donde aprendió el castellano; luego de veintitrés años regresó a Cartagena con don Pedro de Heredia y gracias al dominio de ambos idiomas, se convirtió en la intérprete de los españoles; fue así, como sirvió de enlace entre los dos mundos y facilitó en gran medida la fundación y conquista de este territorio en 1533.
Hace ya tres décadas, bajo la alcaldía de doctor Juan C. Arango, se consideró necesario hacer un monumento en honor a ella; tomando esa iniciativa las entonces Empresas Publicas Municipales de Cartagena y el comité organizador del Festival Internacional de Cine de esta ciudad.
La labor artística estuvo en manos del escultor de origen español y residenciado en Cartagena Eladio Gil Zambrana; la idea inicial era que el monumento fuese inspirado en la estatuilla creada por el maestro Héctor Lombana, para galardonar a las películas ganadoras en las diferentes versiones de nuestro festival de cine; ante esto, Gil Zambrana propuso moldear la figura con algunos atributos de dicha réplica, sólo que acentuando más los rasgos de la nativa.
Por no existir un registro gráfico de la India, el artífice tomó como modelo a una joven de 14 años de la población de Sanjuán Nepomuceno, que trabajaba de empleada de servicio en su hogar; y fue así como el día 9 de marzo de 1974, la escultura de la India Catalina se erigió en el centro histórico de la ciudad, ubicada al final de la avenida Pedro de Heredia, en uno de los vértices de la urbanización de la Matuna; sitio donde se ha conservado hasta hace exactamente un año, cuando fue trasladada unos 30 metros hacia el sector de puerto duro.

UN JUDAS EN TIEMPOS DE CONQUISTA

Esta aborigen representa un mito, símbolo y tradición de Cartagena, los coterráneos la ven como fiel muestra su identidad cultural, sin embargo es una representación inmerecida, puesto que, el yugo y el sometimiento de los españoles hacia los indígenas en tiempo de la conquista, en cierto momento fue facilitado por ella; y es que la historia revela que aunque las raíces de Catalina eran indígenas, ella definitivamente le iba al otro bando.

Catalina o la "India Lengua" como también se le conoció, sirvió de mediadora entre las tribus indígenas y los conquistadores españoles; pero realmente no creo que los cartageneros la idolatrarían tanto, si supieran que al final de toda la campaña donde ella sirvió de "pacificadora" terminaron aniquilados por completo los indios Calamarí, quienes habitaban dicha zona donde hoy se encuentra Cartagena.
Esta heroína que hoy se muestra como un símbolo de la raza nativa y se presenta como una mujer altruista, que defendía los intereses de su gente; estaba completamente al servicio de la colonización, y el imaginario que se tiene acerca de las proezas que ella realizó, no corresponde a lo que la historia cuenta.
Pobre Catalina, no soy quien para juzgarla, su misma conciencia se ha encargado de cobrarle gota a gota la sangre que derramaron sus hermanos, no es fácil haber traicionado a la tierra que la vio crecer y en que hoy la adoran por hazañas que no realizó.
Definitivamente, La India, debe estar muy cansada después de estar por 33 años de pie llevando la carga de su conciencia, que pesa más que el mismo bronce del que está elaborada. Y ahí seguirá quien sabe por cuantas generaciones más con la cabeza en alto pero con la moral por el piso, porque fue una heroína que traicionó a la heroica.

Friday, March 24, 2006


TESTIGO SILENCIOSO DE UN PASADO

Por: Gina Romero González

Esta torre se encuentra construida sobre un lienzo de muralla y constituye uno de los símbolos arquitectónicos más conocidos de Cartagena; diariamente miles de personas transitan por este emblemático monumento, ubicado en pleno corazón de la heroica, y que podríamos considerar la fachada de la ciudad antigua.

Esta construcción se encuentra ubicada entre las plazas de los coches y de la paz, y ha sido testigo de los grades cambios tanto físicos como sociales que ha sufrido la ciudad desde hace más de cinco siglos; siendo en sus orígenes, la entrada de la ciudad, para hoy en día ser considerada como un sitio turístico de gran valor histórico, que ya no es visitado por mercaderes de esclavos, sino por personas de todo el mundo que están interesadas en apreciar con sus propios ojos la belleza de esta obra.


Su construcción tuvo lugar en el año de 1601 y en sus inicios fue llamada “la puerta del puente”, debido al viaducto de madera que pasaba por encima del caño de san Anastasio, uniendo así la isla de Getsemaní, con la de Calamarí (centro).

Esta obra se convirtió en la puerta principal de la ciudad desde 1631 cuando se concluyó el cerco amurallado, años más tarde fue parcialmente destruida por el barón de Pointis, y en 1704 fue reparada por el ingeniero Juan Herrera y Sotomayor quien le agregó la portada barroca y las cuatro columnas toscanas que la adornan, adicionándole además, dos bóvedas laterales a prueba de bombas para el almacenamiento de víveres y municiones.

En 1874, se colocó en ese alojamiento un reloj que se trajo de Estados Unidos, y después de 63 años fue remplazado por el actual, importado de suiza, siendo trasladado aquel al templo de torices.

En el año de 1888 y por orden de la municipalidad se le realizó una nueva restauración a la torre, esta labor estuvo a cargo del arquitecto Luis Felipe Jaspe Franco, quien cambió la estructura cuadrada y que sólo contaba con dos caras del reloj, por un diseño, octagonal, que presenta cuatro caras de reloj, cambiando visiblemente de un estilo barroco a un estilo gótico.

El conjunto arquitectónico utilizó como base el cuerpo fabricado por Herrera logrando en total una altura de 30 metros. Tomando como referencia la plaza de los coches; la bóveda lateral derecha fue abierta en 1803 y 102 años más tarde, por iniciativa del comerciante cubano Francisco Balmaceda, se descubrió la bóveda lateral izquierda.

Edgar Verbel Julio un reconocido guía turístico de nuestra ciudad ha llevado a cientos de turistas a conocer esta maravillosa construcción, ya que, considera que “la torre del reloj se ha constituido en un símbolo de la parte antigua de Cartagena, no sólo ante Colombia sino ante todo el mundo entero, y aunque el Castillo de San Felipe de Barajas nunca dejara de ser el símbolo por excelencia de nuestro corralito de piedras, se puede decir que la torre del reloj tiene un significado especial y tradicional en la vida cartagenera, desde su construcción hasta nuestros días y por eso vale la pena que todos lo conozcan”

Con el transcurso de los años esta construcción ha ido adquiriendo distintos nombres; luego de llamarse “puerta del puente” la denominaron “boca del puente”, más tarde “puerta del reloj” y por último “torre del reloj” o “reloj público”; como es conocida en la actualidad.

En realidad, lo importante no es el nombre por el que conozcamos o llamemos a este monumento, lo que en verdad importa es que sepamos valorar su historia y lo reconozcamos, más que como in simple sitio de encuentro o de paso obligado, como un patrimonio de Cartagena y el mundo, digno de admirar.